LEONARDO MURILLO

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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Friday, October 27, 2006

robium dorgat setis boriant

Claro, claro, ella está de pie apoyada casi en el umbral de lo que a menudo tienden en llamar lugar común. Sí, está apoyada y eso es "innegable", ieneeneegable o idesconocidoegable. Estoy conversando con el niño de la polis, amigable como los diálogos que tengo casi siempre con este joven sensible y ella, la págoda, está apoyada en ese lugar común esperando nada con sus ojitos cuando me imitó el movimiento de cabeza. Y yo pienso que esa imitación provino de diversas conversaciones acerca del que suscribe; misteriosas conversaciones porque no me cuelgo en esa normalidad de mañanas comiendo cereal y despidiéndose de papá y mamá con un beso en la mejilla, o ven para acá mujer mira que yo soy el macho que te domina cuando nos vamos tomados de las manitas. A la págoda saludo como págoda y la estimo por su vida que no conozco. Sé de algo en la universidad Gerardo Diego y te gusta la poesía, qué buena. O mirarse de rabillo cuando las piernas como jarrón de porcelana (mi "querido" jarrón de porcelana) están esperando el ingreso a la aula yogurt LecheSur. La págoda quiere saber quién soy; enhorabuena como tú Bomboncito y tu escote de tragedia griega, tu escote como la "desnudez" de Osvaldo Lamborghini. Esa imitación burlona me afectó porque soy un muchacho que acostumbra a tener en cuenta las otras intenciones de los otros (hola muchacho- hola profesor, con cara de "te agradezco el universo porque me saludas").
Es eso y yo se lo digo a mi amigo LoreleiLoreleiJiju, y me replica una respuesta tan sabia que no me acuerdo pues se me olvidó segundos después de oirla, pues estabamos cruzando la calle en verde y yo le pregunté ¿por qué te vas por aquí ahora, LoreleiLoreleiJiju? Porque estaba en verde, dijo. y yo miraba la noche de una tarde muy fome, pensando que el niño de la polis estaba molesto con el mundo, y si él está molesto con el mundo (él y su sensiblidad de niño de la polis, que es mi amigo a punta de carrete en París; le pillé su sensibilidad gracias a mi observancia; él es sensible a mi altura, y yo me pongo a sonreir cuando pienso en eso) yo lo comprendo y pongo mi mano imaginaria en su hombro.

Te mando un saludo levantando mi mano derecha, deseando que invites al viejo a un asado y trates de conocerlo; yo sé que no te tinca y que te parece muy humana mi idea y que no lo harás y que no te importará gritarle nuevamente en su oido desvencijado. También te mando un abrazo imaginario para que converses un nuevo show con dulce ambrosoli, para que sea por quinientosesentaycuatroava vez enfatico al explicar a tus pares ese proyecto originario. Espero que converses con ella y le des un beso en su mejilla porque se nota que está muy contenta, y aconsejale que adopte un nuevo estilo para masticar el chicle. También te pido que trates igual que siempre al individuo.
Eres una persona muy especial; sé que lo sabes porque eres muy inteligente.

Me lanzo a la piscina del andar de las manitas? Gran pregunta, tengo una aguja y un globo inflado; pienso: es cosa de tomar la aguja y reventar el globo. Pero no es tan facil. Son muchas las cavilaciones de una pestaña con rimmel (ahora lo pongo con doble eme ja), esa pestaña con rimmel, la pestaña socrática, la pestaña misionera, la pestaña sucedanea y muchas más pestañas que pululan por la ensenada.

Thursday, October 26, 2006

saveun urtis lortiae dumont moriatis


hay tres versiones de la muerte del padre de mi madre hace muchos años atrás (antes de que naciera). La primera versión es la que propagó mi abuela a mi madre, que cuenta el hecho de que mi abuelo, un carabinero que llegó a capitán, falleció a causas de la caída del avión que piloteaba por razones más etílicas que de otro tipo; el señor se subió al avión como un borracho más en el mundo.
La segunda versión es la que dice mi madre, que cuenta que recibió un balazo desde la metralleta de la "mujer metralleta", luchadora social que muchos tildaron de extremista y que cuando tenía una metralleta en las manos, los humos le subían a su cabeza para disparar a diestra y siniestra, como crimen de seda.
La tercera versión es de la nueva hermana de mi madre, que descubrimos hace muy poco cuando llegó intempestivamente a nuestra casa; la señora dice que el abuelo murió de tristeza, botado en la calle. resulta que el hombre era mujeriego y con tendencia al alcoholismo, y la señora que tenía en esos momentos no aguantó más sus infidelidades y procedió a echarlo de la casa. y como mi abuelo era muy querendón de sus hijas, se sumió en la pesadumbre con la botella de vino bajo el brazo, muriendo en alguna calle de Curicó.

Saturday, October 21, 2006

bailador

Aquí habia puesto un video en el que aparecía una persona que bailaba.

Saturday, October 14, 2006

Me resulta extraño

así como el frenesí de los niños
cuando bailan la moda de los veranos
y la mueca de las bocas y sus cuellos sucios
me urgen la tarea
de seguir observando.

Y pensar que debo seguir escribiendo
al compás de la respiración
como el fuego de la duda tardía
al oído de las mentiras.

Suben los individuos por las escaleras mecanicas.
Y miro sus espaldas mientras mi mano dibuja con los ojos
el espanto de un abismo súbito.

La palabra crepúsculo gira sobre sí misma
y se hace girar como una rueda espinosa.
Sentado en la banca el hablante comprende
que enrollarse le ha permitido salvar su vida.

En ese crepúsculo
el cuello transpirado agradece el aire tibio,
y la piel comprende que los cráneos del espíritu
son vientos que no pasan todo el rato huyendo.

Y recuerdas tus labios transidos.

Las noches de humo y alcohol
preparan el gozo de una viuda que grita y es muda.
Su lengua atrapa las partículas de aroma;
Una imagen como zumo se precipita a su boca
sin dejar oír el gimoteo
de un sólo lamento, de un sólo murmullo.
Y ella regresa a su orden de vigilia;
a la sombra en que la mujer deja tras de sí
un provocativo rastro de hormonas.

Thursday, October 05, 2006

Crítica a Marcelo

Tuve que cambiar mi crítica a los poemas de Marcelo. El texto que había preparado no respondía a la apelación del poema “Chile, un país de científicos”, como tampoco di mi parecer acerca del poema “Mi Padre”. En esa primera crítica dije más o menos lo siguiente:

“los poemas de Marcelo Ibacache se levantan como discursos en los que se evidencia una manifiesta intención poética. Alcanzando aquel estado en el que la poesía surge cuando el lector reflexiona acerca del discurso presentado. Marcelo Ibacache es un enfermo de voz poética cuyos versos descansan en un buen manejo de la ironía, la simpleza expresiva, el relato como historia para niños, el final que extraña y el tono humorístico. (…)Estos poemas cobran sentido en su unidad como tales, independiente del caudal de prosa al que responden. Esto debido al hecho de que si fueran abordados con los parámetros del poema lírico, sería plausible criticarlos negativamente como poemas lleno de líneas de prosa cortadas, que el escritor quizás llame “versos”. Ahora, e insistiendo en la idea de respetar estos escritos como unidades poéticas que expresan poesía, considero que es posible observar en ellos la presencia de un yo parlador, cuyos temas son la muerte, el amor, la mujer, la poesía y la contingencia. Del mismo modo, la voz poética del poeta es conciente de que en el acto de la escritura está acometiendo la misión de expresar una verdad propia, lo cual puede ser consignado cuando nos atenemos a la manera en que termina los poemas; como sentencia.”

También me había referido a “la fuerza del ritmo en los poemas “Días en estos días” y “Consorcios modernos”, que sobre la base de la denuncia y la apelación respectivamente, suponen un tipo de lucha contra el entorno asfixiante y una manera de tender su conflicto con la realidad. La mirada torva de Ibrahim Ibrahimovic y su melancolía de extranjero en el poema “Carta a un amigo”, merece todo mi respeto como poeta.”

Junto con algunos reparos: 1) la abundancia de verso demasiado largo, 2) la repetición de la palabra “pronunciar” en el poema “La insoportable levedad de las palabras” y 3) la prosa del escrito “Las mujeres de Ibrahim Ibrahimovic” cuyos errores de redacción merecen ser corregidos, en vista de la fuerte carga de imaginación y entretención que expresa.

En la crítica expresé esto con un final que quise bañar con un tono humorístico, refiriéndome a parte del poema “En el taller de Floridor Pérez”; lo último que dije fue:

“espero pronto ver al poeta enarbolar con alegría y orgullo de Temucano su "impresentable" gorro de lana.”

Yo me pregunto, permítanme que me pregunte qué es mejor: ¿enfrentar los poemas del otro, deslindándose de uno mismo, o izar la perspectiva de la poética propia al extremo de temer una posible ofensa del receptor más susceptible a la crítica: el poeta? A mí me gusta preguntarme estas cosas. Más aun teniendo en cuenta el evidente parche antes de la herida que se desprende de la lectura del poema “Chile, un país de científicos”; poema que muestra la rabia del poeta por no tener un espacio en el “parnaso chilensis” y en el que reniega todas las posibles críticas que pudiera haberle hecho el que suscribe. Me da risa, pues parece que el poeta se equivocó. En ese poema destaco la mención de los niños que cantan el himno nacional inconcientemente; en esos versos yo veo poesía. El resto es un alegato de borracho en donde el poeta nos cuenta que va a dejar de escribir porque está aburrido de no ver vida en la literatura. Dice que lo mejor fue haber estudiado matemáticas. Me recuerda el poeta joven del siglo XIX, que de los veinte en adelante se dedicó a “vivir la vida”, y no escribió más. Me recuerda el zapatazo al suelo del hombre que ha contenido una molestia por mucho tiempo, teniendo guardado el desahogo para una mejor ocasión. Y esa ocasión fue el poema.
Finalizo esperando que el poeta tome mis palabras con la misma sabiduría que transmite cuando habla de su padre en el poema “Mi padre”; un poema logrado que dibuja el exterior y el interior de la persona a quien quiere. Y si ya tiene decidido el hecho de no seguir escribiendo, que así sea; en nombre de Pessoa:
“Si así ocurrió, así está bien”.

Monday, October 02, 2006

segundo pack de escritos antiguos

Un niño soñó su mente en la que corrían las grandes esferas creadoras del mundo.
Instantes: un mundo recorría las praderas, recorría un aire que lo volvía más energías, lo volvía volar un profesorado, volar las inquietas. Sufría. Le rebotaba la grácil inconciencia: una casita pequeña donde los muñecos de trapo besaban su propia ternura: llorar. Una pequeña casita con forma de hongo los esperaba silenciosamente. Adentro las capas plateadas de los libros y un viejo alto y barbón lo miraba como queriendo la desesperación; hablo de su paso por el bosque y aquella barraca olvidada y llena de óxido que encontró en el potrero escarbando la entretención de los metales rojos y vertiendo luz en el camino. Pero los libros con capas de plata rieron; era un personaje creador porque sus dibujos imaginados se fueron a la cordillera para tomar el mate de su cuerpo: una corriente de aire comenzó a nublarle la vista durante la vía férrea de aquel desierto. Ese montón de polvo lo hizo pensar que quizás él no era el pasado y la creación literaria se llenó de gozo por una verdad con agua y pan. Así que se desvió del camino, pues mostraba el carácter falsario de un kilo de papas.
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Los pasos dejaban huella profunda. Seca su piel y sus patas, tragando saliva para aguantar el hambre de días de caminata en el desierto. Recordaba su mirar a los arbustos. ¡No! eso no se debe aceptar, va contra la moral: el ojo es insano, ¡exilien!; el morir cuando miraba círculos negros. Las desgracias: allá voy final de fábulas, allá voy.

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No cruces la calle, hija mía. No cruces la calle! Hija mía!

Mamá!

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El niño prolongaba su obra de teatro; la familia y su cursilería barata. Como la vida de los que esperaban la micro, los niños cursis sonríen al reventar globos y jugar al pillarse. Y el frío es el cansancio en el paradero friolento. Lo que al mismo tiempo es igual a la indiferencia del joven ante el niño que prolonga su obra de teatro ante las vergas.



Allí el barco pirata era un instante de personaje celebre; tratando de aparentar el mareo.



Hoy perdí: una característica de la raza humana: los cánones que me dan cuenta de la dulce mierda: algo de sagrado; aquello que nunca has probado, y que nunca sabrás su sabor pues nunca te atreverás. Y más allá del reconocimiento de una imaginación linda, hoy perdí, y me acuerdo de mi color ploma mientras compro en el Lider.

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No duermo; lúcido como un farol con lindos vidriecitos. Perplejo para ver qué sucede. Respirar el génesis blanquecino de una muerte súbita. La casita más enmarcada en los lados, en sus aristas con hartas rayas. Su caminar lento, un campo grande y la psiquis avanza y eres algo de funestas formas de angelitos revoloteando. Es la serenidad que no encuentra su vida. Esa que se perdió como su nuca, cuando contaba ovejitas al caerse del camarote.

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Dura poco el cariño; su odisea. Mátalos como pienso mi pequeño mundo: yo era un hechicero. Una secreción blanquecina estaba hirviendo y mi mano junto con mi cuerpo se quejaban del dolor. Comenzaba a temblar, me transmitía su escalofrió de ultratumba y me puse triste. Acabo de matar el mundo ajeno.



El lugar que amaba era el arar la tierra, porque idiota la voluntad para su familia, no cabía dentro del viento, y se iba como una furtiva que mata.



Las máscaras- por qué lloras, en mi cama con muerte cerebral esperando.

primer pack de antiguedades

Jacob era un gorro. Su pinta de teleférico en el aire imaginado, presagiaba el nunca del Sr de Blanco, adentro de un vehículo y esperaba no extinguirse junto al resto de Pensamiento. Y era escapar para crecer y crecer, llenándose de investiduras hasta lo más importante, hasta mandar a una generación entera de Pensamiento, viendo el fusionarse para formarlas en esa enteridad.
Y luego rezaba, rogándole Vehículos que dieran señales de vida, Vehículos que tuvo por accidente.
Jacob era un gorro. Su pinta de teleférico en el aire imaginado, presagiaba el nunca del Sr de Blanco.
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El confort proyectaba tocar algo para saciar la sed que había nacido en la época remota, junto al padre, el árbol; madre Avispa.
Suicidante ansiaba, la altura; concluir en ese antro el angelical deseo; terminarse en ese honorífico lugar; el tarro.
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El fantasma se paseaba por las torres, precipitando precipitaciones de entrada; las ambigüedades, negruras, pasteles y el fantasma recordaba la existencia; surtidas imágenes de jóvenes gritando y haciendo sonar los dedos. Nostalgia del discurso en su adolescencia, esos de un conjuro gris como señales al índico, era.
Viraba a la izquierda y encontraba a una pálida feminidad triste de su vida mirando un horizonte desconocido, en su futuro que la hacía pensamiento ferviente; creyente de cruz y rosario. Viraba a la derecha y disentía interiormente, minando la tormenta de pesadillas nocturnas, el fantasma de suicidas, homicidios en serie o renovación y vivencia. Como es arriba su soledad porque estaba allí sin rumbo.

Mentales, avanzaban por la oscuridad interrumpida por gritos en la introducción
por su aspecto: inmolarse la frente a expensas de las imágenes. Dolor con sus cráneos y sus manzanas de Adán a la ceremonia de inmersión. La sangre caía encima de las hojas dispuestas debajo de sus cabezas para así mancharlas y formar los signos.
Diakerchenka, Butacheska, Andrarbeska, Ortosenchenska, Bilapleska, en ese lugar sus Peris se encontrarían.
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El alba se levantaba en nuestro liquido, miraba con detenimiento la imagen con los mismos ojos que miró cuando falleció en el bar del blanco.
El trabajo recién comenzaba para el estético. El inesperado timbre resonaba como el asesinato del que miraba la imagen. Por una bronca, una mirada conjugada en verso.
Sólo ahí entendieron. Miraba la imagen y tuvo un sueño: leyendo un concepto que se repite, ofreciendo por mi captura a quien se encuentre en el curso de una sola vida. Eso se escribía en aquel tiempo.

No era invierno, la primavera con el caudal de joven ya no amaba ser él. Un continuo castigar de una vida llena de frustraciones amamantaba el llanto de las circunstancias; la llamarada intuía un fin porque las palabras en la hoja no daban indicio alguno, el acomplejamiento de la justicia como burla incansable de los demonios. En la hoja no salía la palabra amor. Su inagotable cantidad de recursos literarios no se olían en la sensación fría del cadáver. La sinceridad para la angustia compilaban el pasar del segundo, el enamoramiento, la gota que rebalsó el word.

OH, qué melancólico, no tienes la naturaleza con las lagrimas creadoras de ríos, soy la madre que manda este mundo.
Esa persona reflejaba la belleza imposible, ella era linda más sinónimos por el estilo.
Suicídate con las comillas, el disparo del no era invierno, no era invierno. De la polvareda me asalta el espectro de la mirada frágil; la celebración anterior a la insalubridad del libre.
No rueda la rueda; el ensayista dormía en sus sueños; junto color ploma. Pero era diferente, y los números más las posiciones espaciales del grupo, enriquecido de facilidades del lenguaje, dormitaba en su búsqueda por comprender su final insalubre, para que sirva cuando carezcas, sirva la impotencia: la personalidad. Los giros tamaños en filas de gente que quiere que se haga algo por la hermosa comprensión del cambio, para el primer piso del ascensor irónico e injusto.
Y él me preguntaba más por lo que no conocía, yo explicaba a mi manera, tranquilo, buscando las palabras que conjugaran con la oración de final preciso, aunque una buena talla lo arreglara todo.