LEONARDO MURILLO

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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Monday, October 31, 2005

hoy

Ellos me descubren cimientos de civilizaciones poetautológicas, las cuales parchan las sortijas de buenos alimentos que vendieron alrededor de la oscura abstracción de la palabra atrapada detrás de las huellas de la materia gris del hombre. Sus grados y dosis de sentido del humor hacen del mismo un valioso aliado contra el aburrimiento. Camina y camina sin par a los alambicados obstáculos que los trabajadores de las moras en esas mañanas frías rasjuñadas y despierta. El niño no se levanta en esa mañana de la recolección de mora, canastas, tiempo y despierta. Gancho gancho frigeder y no te entiendo y no te entiendo y despierta. Normal diez puntos la recta de las herramientas preparadas el día anterior fecunda los huevos del pan de los caracoles en un sol de octubre soles mañanas frías amores muertos y despierta. Suda la gota gorda como los hijos del pueblo en una maquina caída de eructos cromosómicos dolores de estómago risas femeninas amigos violentos buenas puestas en escena generosas muchachas admirados encantos en jugadas que los hombres no pueden dejar de esperar la gran cantidad de hermanos la lúcuma del saber que de nada sirve y te caes cayendo lento lento lento más lento lento hasta ver tu futuro terrible el engrasado de las puertas la bella apariencia del no saber cuando se intenta crear crear crear sin saber la bella apariencia esa fenomenal tumba una vez más movilizadas en contra de las injusticias, el movimiento internacional de poetas humanos reforzando el grandioso efecto posterior a las masticadas de uña. Querida mujer temes la masculinidad del representante del poder quien acopla el germen sudamericano entrando por el pliegue preconizado por los apóstoles de la transpiración sudamericana de los curas que lloran la partida de los primeras edades de las noches. Ellos lloran a Judas a Judas que sostiene como Atlas el retruécano del planeta, la consistencia del queque y la manteca friéndose en el sartén junto con los demás ingredientes alelados ante la pedantería de mis adobes masculinos. Soy yo soy yo el hombre que te implica en los safaris de la violencia el odio la venganza de los mendigos la venganza esperada por siglos de hambre se avecina el odio que no impedirás se avecina el sufrimiento el odio la situación problemática la fuga de los pecadores de la gula, aquellos que se tragaron el virus de nuestra amada carnicería. Atravieso la carne sudamericana de la estirpe caótica enferma frenética conceptualizada en imágenes impactantes no veas te lo pido no te acerques retrocede tus pasos y convoca los tentáculos de Dazet pues se esta gestando aquella amada carnicería, el hombre entra en el salón del alma. La esquina se origina, el niño crisálida está desnudo comiendo las migas esparcidas, se revienta el globo del poetautológico. Claro, el niño camina en su avenida los perales sabiendo que más adelante en el tiempo de la noche su boca transpirará junto a la boca de la lámina que pega con fuerza la agradecida mirada penetrante en los salones de ropa. El niño toca sus plantillas y duelen los ojos cuando difumina las caras de aquellas que le gustaron allá por el siglo pasado de las luces jorobadas en el intertanto cometer errores, ser idiotas, ducharse con minutos santos - ser golpeados, ser siempre el último - gritar lo contrario de lo que dice el otro - ser la sala de redacción y de baños de dios que cada día se da un baño en nosotros, ser el morado enjuto que recuerda las frases de los animadores que claman no me mates querido amigo no me mates juguemos y seamos amigos de saliva no me mates y encuentra el pasado en las jugarretas irracionales de niños bebiendo del sarro de las etapas cerradas anteriores al golpe. No me lleve señor no me lleve. Soy un niño del año 73 que tira una piedra a los carabineros. No me pegue. Libere la existencia, pues esta tela tiene un extraño color casi pomposo por otra parte, de nacimiento, de boda, de partida, escucho las alas de los cuervos llamar. Tu amor me nace de mi amor y allí nuestros labios nos dan acostados los temores de la representación en vivo de lo visto en tercera persona. No me mate, mis manos arriba interpretan las actuaciones de mis teatros, no me mate y no me pegue y no me rotas las ventanas y los niños avanzan. No me claros los ojos de los paquiticos, señor fiscálico.

Leonardo Murillo

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Monday, October 24, 2005

Teoría planetaria de conformación sistémica en el marco de la Facultad de Filosofía y Humanidades de la Universidad de Chile

Los hombres comen sus huevos al arbitrio del nuevo ingreso en aquel día frío. Ellos menean sus melenas tendiendo a tantear la vida con un poco de palta liquida vertida en la hamburguesa de soja. No prefieren cansar sus cuerpos en subir los cuatro pisos hacia donde se hayan los nenes tecleando sus formidables informes, sus elegantes emails del paraíso, imprimiendo el regreso a sus casas tranquilos. Antes miran las caras de los vendedores de libros, los cuales esperan en la espera de la venta de la mirada al futuro en la visión distraída. Los hombres preceden los marcos teleológicos masticando la empanada de choclo. Mantienen en sus manos el pote de margarina Calo que recela el cariño de mami, y aguardan su turno de microondas y trascendencia. Suben las escaleras los hombres de futuro aprehendido. Bajan los académicos y sus bolsos que portan lo absoluto. Fotocopian la muerte los papeles de delirio imaginado. A quince pesos la fotocopia de encuentro inmanente con el señor de los surcos. Batallan la lengua y el dedo en el resplandor de las hojas contadas. El pequeño moreno sonríe el valor total de su plusvalía, y el hombre paga en la gran madre que nos parió como seres. Es el hábitat de la mata de ligutrinas que observa detenidamente nuestros ojos, nuestra boca que fuma y se pierde en la divagación de la materia pasada. Se busca el pedazo de cartón que te da la comida en bandeja. A tus pies la aventura del asiento disponible en la aventura de tu cuerpo. Te sientas sabiendo que tus manos aprietan con fuerza el tenedor primitivo. Recuerdas la primera comida de tu madre, y diriges la primera porción de arroz a tu existencia. Antes de terminar gratificas buscando el rostro de la belleza. Ella no desea mirarte a los ojos, y emigras dejando un legado de siglos tras de ti. En las almas besan la mejilla de sus niños. Juegan taca-taca arrastrados al calor de aquellos infantes. No juegan ellos, sino sus polluelos que como olas haciendo Splach en los roqueríos, enfundan el estruendoso gol de mitad de campo; la ajorca del tobillo como un orgasmo. Entras al baño del último. Allí las discusiones “filosóficas” cunden en las magnitudes de las puertas. Rechazas el cariño de tus parientes al doler las descargas vigorosas de quien ama con todas sus fuerzas la revolución inmediata. Ríes la respuesta en garabatos al grito escrito: no a las cárceles. Ríes la risa de saberte un cagador sapiente que raya: yo soy un hombre. Las mujeres dialogan su insondable escena de cuerpos pintados, al son del eterno remate que fenece en su erosión monárquica. El supuesto de su horario retrotrae las grandes luchas por la obtención del preciado asiento donde reposan. Oyen el líquido que recorre su cuello al mirar de reojo la entrada al aposento de los nuestros. Revitalizan la opción serena de las carreras poéticas por la canción que más entrañe su esencia. Reubican los grandes espacios inhabitados por el puño. Solicitan feroces empresas a aquellos cándidos que resulten de la unión entre el sol y la clorofila. Buscan en el cielo el gris de sus bocanadas de humo, en tanto estudian más y más allá de la cuenta. Los hombres y las mujeres se nutren del equivalente al gran fogón de los scouts de Chile. Vitaminas, calcio y fósforo para suplir los estragos de la venida sin desayuno a la patria. Don Cleme cuenta las monedas de mi esperanza de un mundo mejor, enseguida raya el minúsculo papel que me es un vale para visitar a San Pedro. Agradezco mirando detenidamente el fenotipo de Don Cleme. Concluyo sus proporciones pensando que aquellas manos son las ideales para las monedas de esta patria, esas monedas que suenan su arribo a un costal de sus iguales para caracterizar un ruido que se repite siempre; el sonido de las monedas golpeando las otras monedas: aquella palabra que no existe y que sin embargo representa algo. La mística de los hombres y las mujeres besa la estructura de los simposios que te invitan traspasar el segundo estadio de creencias melancólicas; debes “pinchar” el vale en aquella punta fina. La Maestra exclama a los cuatro vientos:” si no vendo no gano po’ chiquillos”, mientras nos prepara la mezcla del gran nabucodonosor hecho de pan, huevo y mayonesa, y envía al horno microondas una empanada. Por doscientos pesos nuestros abismos bucales se engullen la realización del ser sin el ser, la onomatopeya diciendo “cómeme”, el round entre los verdaderos tú del hombre, me estoy refiriendo al Pan con huevo. Y por trescientos cincuenta pesos nuestra ataraxia receptora habilita sus ensueños para embucharse el sustrato más encomiable que chef halla cavilado jamás en su vida, hablo del verso llamado Empanada de choclo. En estos aspectos se fundan los remitentes entre el olvido y lo que supone entorno. En estos hospicios anidan los grumos de realidad; aquella facultad que vivirá y reinará de aquí en adelante, por los siglos de los siglos, Chupón.

Leonardo Murillo

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Sunday, October 23, 2005

Thane de Cawdor

Thane de Cawdor, el asesino a sueldo del pueblo, puede vivir tranquilo en las paredes irreconocibles de la mala ortografía. Mi amigo Thane de Cawdor y los azulejos de las brujas son simpáticos y fuman mirando el enfoque especial de la cámara. Sueltan las chuletas, abren los grandes espacios de la mente: el inconfundible aroma de la hediondez trastoca mi eufonía del lenguaje o las necesidades de la rima. Si me demostráis alguna vez que los anzuelos pueden alcanzar sin problemas su espíritu chancero cuando cruzan la yegua y la escena de ella golpeada por lo truculento de las imágenes, te amaré más que a mi madre. Pues Thane de Cawdor es inocente desde que su muerte es fechada y mi protagonista se da cuenta del gran puesto que le profetizan las brujas. "Había que ganarle a los noruegos", me dirás, peinando la muñeca. Y yo te contestaré, atentamente y colocando mi mano derecha en tu hombro izquierdo: "respeta las profecías de la brujas, serás rey, pero el futuro funesto de la patria no merece tu escrito". Oye los versos de Drummond flamear en el desorden prostituído del trabajo patético; la repitencia y la mala redacción te pesarán, y los análisis a la obra de Peña, matarán al hombre que deseas para ti. Lo juro.

Leonardo Murillo

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La secuencia de los pollos

La secuencia de los pollos

Anaximandro veía perplejo el jardín desde su ventana. Allí recordaba a su única hermana fallecida hace cuatro años. Nostálgicamente aparecían en su mente aquellas imágenes sueltas donde discutían el porvenir del mundo, en el cual reinaba la dictadura de un capitalismo en donde levantamientos genocidas llenaban las tapas de los diarios clandestinos. Mirando fijo el horizonte. Sintiendo en sus manos la caja donde se guarecía su pollo amarillo. Procedió a marcharse al compás de la penumbra. Las hojas volaban en aquel otoño melancólico donde las siluetas arremolinadas hacían el quite al pollo bien cuidado que el joven Anaximandro escondía bajo su chaqueta negra. La evolución de la censura es un aparatoso movimiento de sis y nos. En oleadas se van para volver según el gusto de aquella mayoría sin decisión que explicar, porque es una compacto pedazo de personas que viven su vida aparentando tener una exquisita manera de actuar como conservadores de lo conservador, ¿no es cierto Pliplup? ¿O no crees que se contradicen al querer libertades cuando tienen prohibicionismo? ¿O quieren prohibicionismo cuando tienen libertades? Este es un tema bastante candente. Me gustaría discutirlo con la Satripa, mas tú sabes que ella prefirió ir a combatir y quizás no regrese. Mejor quédate y sigue durmiendo allí acostadito, pensando en la nada de no tener nada y ser algo. Granjeándote junto a tus turuturus amistosos. Comiendo maíz en el potrero del tío Jones. Anaximandro subió al metro y observó un grupo de góticas que caminaban por la orilla de la vía sin miedo a caerse. Percibió el profundo disgusto al no poder escapar del tumultuoso arrebato individual que las animaba fusionarse con la muerte. Mira Pliplup, como se consideran así mismas hijas del escape multicolor, no como ella sentada leyendo un libro. Su cabello negro y la mirada abatida atenuaban mis interjecciones analísticas, ya que era distinta a las demás. Sus anillos medievales más los aros circulares me imponían una puesta en escena bastante críptica. Una imagen lógicamente femenina del escape multicolor, era el argumento más contundente del por qué cayeron a las eléctricas fauces del metro. Mira Pliplup como se achurrascan ante la mirada impertérrita de la muchacha !! Mira cómo las atropella el metro. Ella sigue leyendo.

Trodorovies se levantó para darle el asiento a una señora. Grande fue la sorpresa cuando esta se lo dio a una niña que tiernamente degustaba su helado con una fruición portentosa. Trodorovies se sonrojó pensando lo peor para su atormentada persona. No había futuro admisible ya que su intelecto era inefablemente roído por esa situación ridícula en la cual la niña se convertía en objeto de repulsión y odio. Llegarían tarde o temprano a la estación en la que todos bajarían. La decisión ya estaba tomada. Una senda patada en el culo seria la venganza apropiada ante semejante ignominia. Trodorovius sacó su pañuelo castellano para lustrar la punta de su bota. El metal relucía como cuando recién lo compraron, recordaba a los niños morenos que le vendieron esas botas militares en el persa bio-bio.Con un dejo de asombro vio la luz roja que inmiscuía en sus oídos un ruido parlador. Hablaba del regocijo ante el lloriqueo celestial de la niña burlona.

Anaximandro no quiso esperar el jaleo de la extracción de los cuerpos y decidió irse a tomar una micro. Viajar en micro junto a su pollo Pliplup. Qué nauseabundo, ¿lo sientes Pliplup? No sabes cómo aborrezco este olor a chicle podrido. Yo sé que los chicles no se pudren, pero esto es un seudo aroma gástrico que te empaña la mentalidad. El motor vibraba astutamente, como queriendo vengarse del tratamiento del chofer gordo y abigotado que clamaba más espacio a los pasajeros. El calor era cataplasmico, o sea, la ropa se te pegaba al contacto con la piel. Mira al niño como pide una bolsa! Sucedió lo tradicional. La bolsa llegó tardíamente, vomitando a la madre que vociferaba garabatos rabiosos, refunfuñando el por qué no se aguantó unos segundos más. Mami, si traté pero no pudweeeerggg. El niño estaba rojo como tomate y todos miraban atentamente, alelados ante esas arcadas dolorosas.

Calla hombre, tu vida es un golpe duro como el ladear pensamientos antiguos donde se ve la desconfianza producida por creer. Aquellos seres no viven con nosotros sino que son científicos que te examinan. Tú eres el conejillo de indias que, corrompido por su propia madre, huye perdiéndose en aquel paseo ahumada que deja respirar pero que muestra la libertad tal cual es. Esto no existe, vives en un medio maquinado por los goleadores de la tecnología
¿como en matrix?,Si, idénticamente a matrix. Pídete un helado que yo te lo pago.
Tío Mandragocrates...y si vivimos en una realidad virtual ¿porqué cuando me caí jugando a la pelota, me dolió mucho?.Pero acaso no viste matrix? ¿No me estás dando tu mismo el ejemplo conciliador de opiniones? Pero tío, recuerda que quería cabritas y mi mama me llevó a comprar, al volvernos nos equivocamos de sala y estuvo muy bueno Pocahontas.No te pienso explicar, que te lo diga tu madre que es la responsable. Estúpida Ateneaclides, qué se cree la tonta al no enseñarte la real situación de tu existencia.Pero tío, ¿cómo saldremos de matrix?Si no ves matrix estarás cagado por el resto de tus días.
Anaximandro escudriñó la mirada del heladero que ofrecía sus productos con la atención a sus paraderos, sin desviar la vista a la bajada que le proponía más venta. El ofrecer helados era su deleite y su coraje por más monedas en el banano. Ya eran las 3 de la tarde con 16 minutos y podía componer mejor la línea blanca que no terminaba. Aquella vereda que avanzaba como cuando anduvo en tren y las piedras se volvían lentejas molidas. Oh! Pliplup, qué va a ser de nosotros cuando no quede nada de esto. Qué será de esta vida que tiene aristas intermedias, solapadas y andrajosas exteriores que nada bueno hacen, por el creer que algún nivel tienen, embruteciendo la idea de pertenecer a la injusticia nacida en casa chiquitita.Eso que me estás pidiendo es muy difícil Pliplup, ¿cometer un atentado?, ¿sacarle la metralleta al tío Plutoipicuro para matar a mansalva en el paseo ahumada?, anda a un psicólogo mejor, acuérdate de los poemas que dijo la abuela Clotildlaton:

El matar es humano y el infierno es divino
y si mi pena por el que merodea se vuelve vidrio
habrán mas vidrios que tapen mi curiosidad
Es que no tengo boca que encuentre estepas
ni oscuras uñas empolvadas de risa
entre mi ilustre coincidencia oftalmológica
encontré un abismo de atractivo cristal oloroso
que comparé con la planicie monzón de mi engaño
Lluvia de cuchillos infantiles
aterrizando en el aeropuerto “abuela”
tomates antiguos me amarran alegres
a un tipo de mazorca color martes
me tienes que dejar entrar en el rancho de los pollos para ver el pollo que te estoy dando y ser botella verde en el estero
Llegaré a ti para que hables con el pasto verde
y el dormilón de tu caja guarecida en pantanal
pero decídete de una vez ser agua en la llave
o existencia bajo el poso
o tenue brisa de escupos hermanados
o manos volantes que sacan pan
o depresión por las coplas...
a la pronta masacre.

Leonardo Murillo

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Saturday, October 22, 2005

el encanto de las grasas

Luego de una bienvenida fuera de lo normal, los palomos volaron a despecho. En cada mirada de los palomos las esferas del Dante temblaban a intervalos que en gran medida podían satisfacer los deseos de los jovenes leptosomáticos que caminan junto a sus pololas por el centro de Santiago. Si, allí se burlaban de las caras que esperaban al lado de un semáforo, apretando el botón que alumbra la frase “espere luz verde”, y mirando calientemente, como si allí habitaran los ojos de una persona muy hermosa. Mancebo lector de los suelos del metro, se molesta cuando sabe que debe darle el asiento a una señora de cuarenta años. Esa persona aborrece su cuerpo cuando mueve las caderas como un coqueto. A sus espaldas la gran ciudad negra, desorbitada, viva. Los ojos de un niño lloran mientras arranca de una perra madre. Quietas. Una vez fueron inquietas en los cerebros de los hombres quietas: pero un prurito de muerte en ellas, para contarme un cuento lacrimogeno al oído y para ungirme a vindicar su voluntad...Serenas. Una vez fueron inserenas en los gritos de las lavadoras serenas: pero secando lágrimas el niño y diciendo no llores mamita, no llores apoyada en la balaustrada, el ring del angelito aulló en medio del terremoto. Con todo, aprisiono la humanidad en mi puño. Con todo, aprisiono los claroscuros de la salvación de quien arranca con la mercancía en la bicicleta del tiempo. En la mañana. Silbando. Con todo, aprisiono la libreta de notas en la mañana escolar de tu vida. Como decopage. Atiéndeme los pegamentos del peluche arrancado de cuajo. Creo en la promesa de la biblia : "El que tiene sangre preciosa limpia mi corazón y otorga vida. El que tiene al hijo tiene la vida. "Y en cuanto tenga la oportunidad confesaré a Cristo delante de los hombres". Como decopage. Como decopage. Como decopage los niños miraban la bandera subir y cantaban el himno de su patria. Las manos atras juntas, enlazadas por el sudor de la sapiencia del canto y del himno de su patria. La patria, la patria besaba a los niños mientras cantaban a la patria. La patria del sol y la bandera que transporta los cariños de tu madre. La patria y la estrella se une a la tierra que pisas, el calor, el sol, los hombres. Había que cantarle a la patria. La patria y el terreno de miseria que recorres. La secuencia lógica. El existir. Quiero ganarme la libertad, el sonido del techo, el ruido que no se apaga. La beldad que disimula. La ciencia más exacta. Las ubres colgándole a las perras. Aquellas que reclaman: ámame, quiero ser tuya..."conquistame". Y el lacteo fluído se vierte del pliegue de energía oscura: la llave que no encuentras. La zarzamora de las cuatro de la mañana. Robar los momentos de inteligencia a las alimañas. Rebotar las pelotas tetra pack de los morenos que celebran el gol entre nosotros. La lucha de las clases de los morenos. Mi moreno, mi moreno juega a ser hombre entre los hombres. Y tú lo miras y esconde la cara. Es mi boliviano. Ella es la cocinera de la vega que me prepara caldo de pata. Mi boliviana, mi sangre, mi chocolita helado en desmedro de mi chirimoya alegre. Ella me raya la papa. Mi boliviana es parte de mi patria, y le debo el origen de la conciencia, le debo a ella y a la tierra, lo pasado, lo presente, y aún las edades venideras. Esta visión universal según el designio de su voluntad, es la conformación final del último salto en la carrera del transporte a un lugar más apacible: la nada absoluta.

Leonardo Murillo

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