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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Thursday, October 26, 2006

saveun urtis lortiae dumont moriatis


hay tres versiones de la muerte del padre de mi madre hace muchos años atrás (antes de que naciera). La primera versión es la que propagó mi abuela a mi madre, que cuenta el hecho de que mi abuelo, un carabinero que llegó a capitán, falleció a causas de la caída del avión que piloteaba por razones más etílicas que de otro tipo; el señor se subió al avión como un borracho más en el mundo.
La segunda versión es la que dice mi madre, que cuenta que recibió un balazo desde la metralleta de la "mujer metralleta", luchadora social que muchos tildaron de extremista y que cuando tenía una metralleta en las manos, los humos le subían a su cabeza para disparar a diestra y siniestra, como crimen de seda.
La tercera versión es de la nueva hermana de mi madre, que descubrimos hace muy poco cuando llegó intempestivamente a nuestra casa; la señora dice que el abuelo murió de tristeza, botado en la calle. resulta que el hombre era mujeriego y con tendencia al alcoholismo, y la señora que tenía en esos momentos no aguantó más sus infidelidades y procedió a echarlo de la casa. y como mi abuelo era muy querendón de sus hijas, se sumió en la pesadumbre con la botella de vino bajo el brazo, muriendo en alguna calle de Curicó.

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