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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Monday, November 21, 2005

Rerererereenacimiento

El Renacimiento responde históricamente al período comprendido entre 1490 a 1530, correspondiente a la invasión francesa de Italia hasta el saco de Roma por las tropas del emperador Carlos V. Si bien estas fechas son relativas, es menester, para un mejor entendimiento, delimitar cronológicamente este período de enorme riqueza artística, con el objeto de cimentar la base de un desarrollo apropiado respecto a los aportes del mecenazgo y los autores humanistas a esta cultura.
Debemos señalar el trauma producido por la invasión francesa a Italia, reflejado en las lamentaciones de los escritos de Nicolás Maquiavelo y Francesco Guicciardini. Lamentaciones merecidas, pues este hecho es de suma importancia para el devenir Renacentista, ya que provocó el éxodo masivo de intelectuales y artistas, los cuales habían erigido a Italia como un centro de desarrollo, el cual dispersaba sus tentáculos expansivos al resto de Europa. Una luz revitalizadora de la antigüedad, es dada por Maquiavelo, quien propone la necesidad de seguir el ejemplo de la antigüedad tanto para la política como para las artes; “la antigua Roma podía enseñar a la moderna Florencia y a otros estados a mantener su independencia” . Uno de los primeros eslabones hacia la resurrección de temas antiguos, es la restauración de Florencia, para cuya empresa se encomendó la creación de obras que recordaran sucesos de la tradición. Leonardo Da Vinci y Miguel Ángel fueron reclutados para este fin, sin embargo sus obras quedaron inconclusas, lo cual sirvió como sustrato educacional para autores posteriores. En Venecia también se adquirió una conciencia civil respecto lo antiguo, decretándose el mecenazgo público para la literatura y las artes, un ejemplo es la contratación, por la elegancia de su latín, de historiadores de renombre como Andrea Navagero y Pietro Bembo.
En Roma la innovación de este período se concentró de manera pujante entre 1503 y 1521. En efecto, se pasearon por Roma grandes artistas como Leonardo Da Vinci, Miguel Angel y Rafael. Los cuales, si bien no compartían entre sí, aprendían unos de otros. A Roma fueron llamados por el papa León eruditos griegos tales como Pietro Bembo, Jacopo Sadoleto, Andrea Navagero y Aldus Manutius, los cuales ocuparon puestos diplomáticos en Roma. Todo esto bajo la atenta jurisdicción del papa León, quien gustaba de la literatura y el conocimiento.
Según la opinión que predominaba, para una mejor emulación, la idea era seguir ciertas reglas, las cuales surgieron primero por Marco Girolamo Vida, otro protegido del papa León, quien produjo un arte poética llamada Arte de la poesía. Segundo estuvo Pietro Bembo, quien creó una verdadera ley de la lengua y la literatura, distinguiendo tres estilos: el elevado, medio y bajo. Para el latín proponía a Cicerón y en cuanto al verso presentaba a Virgilio. Para Bembo la imitación debía buscar la asimilación del modelo, y ofreció el toscano como lengua literaria de Italia, con el objeto de establecer una lengua que fuera pura y de vulgaridad elegante. En este sentido, la producción comandada por Bembo de obras en ese idioma, ayudó a la normalización del lenguaje.
En un camino hacia la perfección, el artista Toscano Giorgo Vasari formuló la idea de Renacimiento (rinascitá) de la artes, en un proceso que culminaba bajo el alero de los artistas Leonardo, Rafael y Miguel Ángel.
La moda influyó enormemente para el rescate de la cultura antigua, en este sentido, los papas gustaban de poseer estatuas en sus patios. Además, los nuevos descubrimientos tales como el Lacoonte o el Apolo de Belvedere ayudaron a aumentar ese entusiasmo, presentando las estatuas como un símbolo de la luz de la antigua Roma. El hallazgo de estas obras influyó en los artistas, quienes creaban sus producciones basándose en ellas. Rafael, en un escrito al papa, exhortaba a éste a despertar la arquitectura y a igualar y superar a los antiguos.
Para la difusión de la obras de arte, quien reproducía en un sentido emulativo las obras pictóricas, era Marcoantonio Raimondi, y es importante decir que sus “traducciones” no eran meras copias del original, sino que buscaban otorgarle un sentido creativo. Y esto lo menciono por Erasmo de Rótterdam quien, en un personaje de su diálogo Ciceronianus, distingue entre imitación y emulación, diciendo que el primer término busca seguir el modelo, y el segundo superarlo.
La ayuda entre humanistas y mecenas era recíproca, por un lado los mecenas necesitaban de consejo y los humanistas se adscribían al tutelaje de los gobernantes. En este sentido, las princesas renacentistas tuvieron un papel importante como mecenas. De hecho, la reina Bona, esposa de Segismundo de Polonia, promovió a los escritores. La reina Isabel de Castilla estimuló a Hernando del Pulgar a escribir la historia de España, además de Ordenar a Lebrija su respectiva traducción al latín. También mantenía correspondencia epistolar con la humanista Cassandra Fedele. Asimismo los príncipes atrajeron estudiosos italianos a sus cortes, para que les enseñaran a sus hijos a escribir panegíricos de sus hazañas o la de los antepasado antiguos.

Leonardo Murillo

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