las banderas del flaitismo real

No sé quién levanta con fuerza las banderas del flaitismo real. Ahora camino por las calles y encuentro que pasan puros automoviles, sin flaites que intimiden a los adolescentes que caminan con sus jockeys. No sé quién levanta las banderas del flaitismo real, las mujeres siguen caminando tan pronunciadas, que mi acento deja de sentirse seguro, y miro al suelo, el suelo de números y leyes. Las calles están vacías. De a poco me voy sintiendo campesino. Ciudadano de una comuna en la que van apareciendo más frecuentemente los vendedores en carreta. Los caballos que golpean sus espuelas contra el pavimento, haciéndole competencia a la alegría del sol. Ahora los mall parecen verdulerías y los flaites levantan sus banderas comiendo pollo asado en el andar. Y mi acento se va agudizando a la hora del almuerzo, y a mi padre le digo "gancho". Las zapatillas chapulinas son chalailas esplendidas. Me gustaría ir a Santiago y pasear por el Paseo Ahumada. No sé quién levanta con fuerza las banderas del flaitismo real, pero la verdad es que los flaites tienen la culpa de mi huasismo.