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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Monday, September 11, 2006

Traducciones subjetivas + un poco de cicuta pal cuerpo (ya publicado hace tiempo en poetica.cl)

Ellos no se caen de sus asientos cuando sospechan que el traductor les comenta previamente que el trabajo fue hecho literalmente, o "con mi interpretación imaginada". Siguen leyendo en amistad con sus ojos. No obstante la constelación anterior, creo que la hondura se da en la importancia de un elemento subjetivísimo y digno de las más enconadas reconvenciones.






Tener suerte, raja, cuea o como le llames tú en tu juicio de valores secretos, allá en aquellos años en que los valores no tenían secretos en el fundamento, sino en la acción, en el hecho a analizar. Esa es tu cuea, suerte, raja o como le llames tú en tus salivas que cuelgan de la piedra pome rosada que reposa en tu boca. Háblame, admiro el secreto que duerme en las sabanas de facto. En donde resecados se hallaban los fluidos de la muerte de tu prójima; tu propia muerte mientras la empalabas con tu pretensiosa significancia. Te solicito. Una voz se oye en el aire de tu piel que danza mientras yo te miro con mis miradas de voyeur incansable, como la cultura hace caso omiso a las nominaciones abiertas, al igual que esas piernas de par en par que me incitan a pensar en la cuea, suerte, raja o como le llames, en una perspectiva que pretende explicar por qué causa la suerte nos es útil en el momento en que se toma el libro traducido por el asterisco, sin referirme para nada al culo, ni menos aun a la raja o cuea de la cual ya hablé, sino que al incógnito chico maravilla que se guarece en esos papeles impresos con versos de humanos nobles, "a los cuales les gusta la poesía". Como el espaguetti corto que ahogó nuestro sueño de darnos un beso como los perros de la película de monitos animados. Y esa piedra pome que era nuestra reciproca lengua que se besaba como si el verso parasitara los afectos al padre. Esos versos amaban la materia gris del espíritu desde el cual nacieron, como la mujer hermosa que camina mostrándome sin vergüenza sus senos que no pueden definirse usando las palabras. Sólo son morenos y se mueven y yo me muevo junto a ellos sintiendo una alegría de mórula; pequeñísima que me distrae con mi sonrisa. Hasta ahí el lamento de los pequeños que les dicen a sus madres, mamá, quiero ir al baño. Y el hombre niño, ese aspecto de los aburridos de por vida que acuden a la locura como una vil desconocida, haciendo de ella un arrebato que se resuelve por la carne, en un abrazo a mis amigos que leen esos poemas traducidos, y los degustan mientras una mueca de orgullo les hace cruzar la calle con el libro estrechado por sus dedos adictos al cogote de pavo. Ellos no se caen de sus asientos cuando sospechan que el traductor les comenta previamente que el trabajo fue hecho literalmente, o "con mi interpretación imaginada". Siguen leyendo en amistad con sus ojos. No obstante la constelación anterior, creo que la hondura se da en la importancia de un elemento subjetivísimo y digno de las más enconadas reconvenciones. Me refiero a la onza de oro del factor suerte, raja, cuea o como le llames tú en tu juicio de valores secretos. La fortuna del niño que se acerca al libro. La suerte del desarrollo acercándose a la traducción del libro, como la fotocopia de la fotocopia de la fotocopia que uno lee denodadamente, al igual que las primeras oraciones antes de la primera comunión, antes del diablo en tus ojos. Esos primeros pelos en el sector de los bigotes toman el libro y leen poemas traducidos, los cuales son izados como los mejores escritos del mundo...

SI MUERO JOVEN (*)
Sin haber publicado libro alguno,
Sin ver el rostro que tienen mis versos en letra impresa,
Pido que, si quisieren preocuparse por mi causa,
No se preocupen.
Si así ocurrió, así está bien.

Aun cuando mis versos nunca sean impresos
En eso tendrán su belleza, si fueren bellos.
Pero no pueden ser bellos y permanecer inéditos,
Pues las raíces pueden estar bajo tierra
Pero las flores florecen al aire libre y a la vista.
Así tiene que ser, forzosamente. Nada lo puede impedir.

Si muero muy joven, oigan esto:
Sólo fui un niño que jugaba.
Fui gentil, como el sol y el agua,
De una religión universal que sólo los hombres no tienen.
Fui feliz pues no pedí nada
Ni intenté encontrar nada,
Ni encontré que hubiese más explicación
Que la palabra explicación no tuviera sentido alguno.

Únicamente deseé estar al sol o bajo la lluvia
-Al sol cuando había sol
Y bajo la lluvia cuando llovía
(Y nunca al revés),
Sentir calor y frío y viento,
Y no ir más lejos.

Una vez amé, creí que me amarían,
Pero no fui amado.
No fui amado por la única y sencilla razón
-Porque no tenía que ser.

Me consolé volviendo al sol y a la lluvia
Y sentándome otra vez en la puerta de casa.
Los campos, a fin de cuentas, no son tan verdes para quienes son amados
Como para quienes no lo son.
Sentir es estar distraído.

Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)

(*) Traduccion de Andrés Ajens

De la misma forma en que los ángeles danzan en la punta de un alfiler, la incongruencia de las imágenes que se inscriben en la ciencia de dios, pueden sostener, en tanto se enfilan como milicos en el caudal de una estrechez tan relativa como personalista, el ejemplo de la transustanciación del pan en los versos deglutidos, velozmente, por neuronas seudo-unipolares, desde las que nacen sólo en una prolongación que se bifurca y se comporta funcionalmente cono un axón salvo en sus extremos ramificados en que la rama periférica recibe señales y funciona como dendritas y transmiten el impulso sin que este pase por el soma neuronal; es el caso de las neuronassensitivas espinales, las cuales traen el abrazo del gusto particular hacia versos que, al ser descubiertos en la inconciencia de una traducción, desenvainan lo maravilloso. Y es así como las vendedoras que atienden en los mall de las comunas, en el ordenamiento territorial de los asentamientos humanos, van a estar de pie con sus manos tomadas en la espalda esperando que uno adopte la posición de consulta, para que ellas se aproximen como cuando las niñas saltan y corren con sus vestidos para recibir su barquillo de la mano del padre, y sigan esperando hasta la primera palabra del cliente; una persona que ama el gesto de la llegada de la noche, inevitable, como un pequeño río.

La independencia de estos versos con respecto a los originales portugueses, no nace del capricho del amigo que necesita hablarle a otro y que está perdido en alguna parte sin poder reconciliarse porque ella es su alegría y universo, todo para él. No. La posta molida que vende el carnicero albino a quien los amigos llaman Cielo Abierto y que sonríe abriendo la boca y exhibiendo la ortodoncia urgente, no es para nada un argumento que pueda contener escamas o trozos y aguarse con sangre, hebras, o la insurgencia de los que saben que es un buen momento para comparar las distintas traducciones del patriarca poético del jovencito, aquel de los pocos pelos en el sector del bigote, con los otros asteriscos, sin referirme para nada al culo, ni menos aun a la raja o cuea de la cual ya hablé. Los otros asteriscos son las otras traducciones que pululan en la ensenada como queriendo retener y disuadir, y que reciben nuestras lecturas en una caminata sin pensamiento; la de la persona que entregó un regalo y no se lo aceptaron, al contrario, le dieron dinero, y lo aceptó y lo puso en su bolsillo, y se fue. Y el gran asterisco, que permite condensar únicamente en la lectura y sin explicación alguna el por qué es mejor la traducción de Ajens a cualquier otra, la da la mirada a los versos traducidos de un enorme personaje para las letras hispánicas, como lo es Octavio Paz, mexicano, premio Nóbel de literatura, autor de una voluminosa obra, casi interminable, la cual llega a dar modorra husmear, y que fue capaz de traducir el poema de Pessoa sin problemas, como mirando a la luna llena y a la adolescente que se rasca su entrepierna a solas, bueno, eso es lo que ella cree. La tumba de Octavio Paz, su muerte para los pocos pelos en el sector del bigote, para el jovencito, la otorga, como el regalo antedicho, la siguiente traducción:

SI MUERO PRONTO (*)

Si muero pronto,
Sin poder publicar ningún libro,
Sin ver la cara que tienen mis versos en letras de molde,
Ruego, si se afligen a causa de esto,
Que no se aflijan.
Si ocurre, era lo justo.

Aunque nadie imprima mis versos,
Si fueron bellos, tendrán hermosura.
Y si son bellos, serán publicados:
Las raíces viven soterradas
Pero las flores al aire libre y a la vista.
Así tiene que ser y nadie ha de impedirlo.
Si muero pronto, oigan esto:
No fui sino un niño que jugaba.
Fui idólatra como el sol y el agua,
Una religión que sólo los hombres ignoran.
Fui feliz porque no pedía nada
Ni nada busqué.
Y no encontré nada
Salvo que la palabra explicación no explica nada.

Mi deseo fue estar al sol o bajo la lluvia.
Al sol cuando había sol,
Cuando llovía bajo la lluvia
(Y nunca de otro modo),
Sentir calor y frío y viento
Y no ir más lejos.

Quise una vez, pensé que me amarían.
No me quisieron.
La única razón del desamor:
Así tenía que ser.

Me consolé en el sol y en la lluvia.

Me senté otra vez a la puerta de mi casa.
El campo, al fin de cuentas, no es tan verde
Para los que son amados como para los que no lo son:
Sentir es distraerse.

Alberto Caeiro (Fernando Pessoa)

(*)Traducción de Octavio Paz.






Todavía me pregunto, y disculpen mi falta de educación para el lector de esta subjetividad objetivante, cómo cresta un premio Nóbel pudo haber escrito una traducción tan callampa!! Saco un papel desde mi pantalón y leo la siguiente frase de Tavito Paz; "entre los tres enemigos del alma, el único verdaderamente mortífero para el escritor es el MUNDO". En nombre de las fantásticas películas universales como las que por cada grano de arena en la Tierra representan millones de constelaciones, qué gran diferencia, dios mío!; de nosotros la gran diferencia: El milagro que nos distingue...Gracias al hijo, fin último de esos versos sublimes de la creación, se brinda al alma. Nadie podrá jamás rebatirme que en la traducción "si muero joven" a "si muero pronto" hay un abismo de hediondez soterrada, como las narices tapadas que se asoman al llegar a la estación de metro Carlos Valdovinos de la capital de Santiago de la Nueva Extremadura, y que sienten la retahíla de la mirada a los ojos de un prójimo tan glorioso como la sensación inconciente de la muerte de un hombre. Tan sólo acudan a su diccionario y verifiquen las asepción de esas palabras. No será necesario saber portugués para desprender que la mejor traducción es la de Andres Ajens. Y nadie dijo nada. Y nadie dijo nada mientras el sueño inunda el aposento del pathos, como el emborrachamiento de un poeta estéril que fuma su cigarrillo y escribe el ánimo de los vientos fríos en las tiendas calurosas con sus aires acondicionados al igual que su atención a los modales amanerados de los hombres que penetran potos y caminan abrazados juntos a sus súper megas amigos. Y nadie dijo nada. Y nadie dijo nada en la etapa de preguntas sin respuestas hechas por el rabino que trata de encantar con su carisma forzado; sonrisa actuada levantando las manos; creencia por la creencia de los no creyentes. Amigos, no amigos, mujeres, compagneros y vaginas, humanos todos: existen hombres que se han levantado diez años de su vida a las seis y media de la mañana, y planean seguir con ese ritmo otros diez años más. Yo beso la frente de esos hombres. Yo beso la frente de esas mujeres. Y a pesar de que no crea en dios; caramba, que dios los bendiga, una palmada en las pompas y a acostarse que mañana tienen que levantarse a las seis y media de la mañana.
Hasta que el último pinganilla sea iluminado.


Tarea para la casa.


Usando su cerebro, compare las dos traducciones que vienen a continuación:



"Quiera el cielo que el lector, animoso y momentáneamente tan feroz como lo que lee, encuentre sin desorientarse su camino abrupto y salvaje a través de las ciénagas desoladas de estas páginas sombrías y rebosantes de veneno; pues, a no ser que aplique a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual equivalente por lo menos a su desconfianza, las emanaciones mortiferas de este libro impregnarán su alma, al igual que el agua impregna el azúcar. No es aconsejable para todos leer las páginas que seguiran: solamente a algunos les era dado saborear sin riesgo este fruto amargo. Por lo tanto, alma tímida, antes de penetrar más en semejantes landas inexploradas, dirige tus pasos hacia atrás y no hacia adelante. Escucha bien lo que digo: dirige tus pasos hacia atrás no hacia adelante, del mismo modo que los ojos de un niño se apartan respetuosamente de la augusta contemplación del rostro maternal."



Lautreamont.



(*) Aldo Pellegrini.






"Plazca al cielo que el lector, envalentonado y por un instante feroz como lo que lee, encuentre sin desorientarse su camino abrupto y salvaje a través de las ciénagas desoladas de estas páginas sombrías y repletas de ponzo ña; pues, a menos que no aporte a su lectura una lógica rigurosa y una tensión espiritual similar como m ínimo a su desconfianza, las emanaciones mortales de este libro embeberán su alma como el agua el azucar. No es bueno que todo el mundo lea estas páginas que siguen; sólo algunos saborearán este frutos amargo sin peligro. Por consiguiente, alma tímida, antes de adentrarse en semejantes landas inexploradas, escucha bien lo que te digo: dirige tus talones hacia atr ás y no hacia adelante, como los ojos de un niño que evita respetuosamente la contemplaci ón augusta del rostro materno."




Lautreamont.



(*) Ana Alonso

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