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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Sunday, September 30, 2007

es esto, esto y esto

Soñé que caían lo mismo, por un minuto de duda, las vacilaciones de los tallos de alcachofa y los sedimentos que se guardan en nombre de la vida. Abrí los cajones de la cómoda y allí estaba como un gato de porcelana que es la decoración de las tristezas del cuerpo. La vida se agarraba de los fierros como un turista en un bus a una velocidad mayor a cincuenta kilometros por hora. Y se supone que si bajas la velocidad, el autobús explota.
Las inteligencias eran armas de doble filo. Por un lado los honorables transitaban por las alcobas como lamiéndose las quintillones de células, atesorándolas en nombre de Buda y Socrates y Jesucristo en los comerciales de Bilz y Pap, y por otro esas mismas células comían sus impedimentos léxicos y gramaticales, la sintaxis y el áfono lamento de un water manchado con menstruación de mujer de rodillas.
El espanto de las telas ahorcaba el chillido de los pequeños parias y creo que allá fueron, por un minuto de duda, serenas sierras y travesuras terráqueas.

En el papel confort de la lengua el sujeto escribía un garabato pronunciado en un idioma irreconocible. Así lo deseaba escribir porque las fulminaciones de su dignidad habían terminado por convertir el amor por su vida en un residuo de muelas tapadas. Entonces amaba escucharse a sí mismo y que sólo él pudiera comprenderse, para que así los gemidos se dieran vuelta junto a su amor por los pedazos de uña y la pestaña extraviada de su mochila. Le pidió a su mejor amigo que pronunciara ese garabato irreconocible en su oído. Se lo pidió como el favor que nunca hizo. Y su amigo se lo gritó con lágrimas en los ojos, como si fuera una bala perdida y estrellada en su sien meses después, cuando cayó sin onomatopeya, como un suicida más.

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