Myriam Hernandez se levanta en mi memoria con las canciones dirigidas al hombre. La disposición de su letra es un himno al contre masculino, a la médula del ser humano que nació con genitales macho. Su voz se acopla a la letra como quien se pone un anillo de compromiso. Myriam nos canta los mejores himnos de la mujer al hombre. Mucho se ha escrito para la mujer, poemas y letras. Myriam se atreviò a ser la mujer delicada, la femenina que nos canta las odas, a pesar del machismo patológico de los brutos. Myriam, poeta que sabe quiènes somos. Y es femenina y sonríe su vida de mujer que guiña los ojos y mueve las caderas pensando en la palabra "melosa". Yo creo que hay que preguntarle a Myriam si es necesaria la categorìa del femicidio en Chile. Yo me despido con una beso en la mejilla de mi madre y de mi padre. Parece que no hago distingos. Ninguno de los dos es superior al otro. Porque la mujer que le teje un chaleco a su hijo ocupa dos palillos que simbolizan los dos penes en conflicto. Porque esa madre espera que su hijo la defienda, y un palillo va marcando el punto y así sucesivamente hasta que los pendejos del niño se asoman, y el caracter del macho se incrusta en la parrilla diaria de esa madre. Porque no todo el mundo tiene un computador con internet en su casa. No todo el mundo se come un cereal kornflakes con leche en la mañana. No todo el mundo piensa en la alegría con la nieve. Hay quienes piensan que en vez de esa alegría se yergue el deseo de tener un mejor guatero con que calentar las patas. Un mejor guatero que el que compraron en "todo a quinientos". Ese guatero de plástico que calcina hasta a los callos. Tampoco nadie ha legislado acerca del maltrato infantil. Y he conocido individuos que reivindican las palmadas o el coscorrón o la correa. Todo esto del femicidio propicia las mejores caricias a esas vulvas. La vulva de Myriam vio los mejores capítulos de Mea Culpa, y siguió cantando las odas al hombre. Vio, por ejemplo, cómo el macho se violaba a su esposa e hija y establecía en el núcleo familiar la rutina de tener dos mujeres a quienes meterlo. A meterlo, a meterlo, y nadie pensó en el machicidio cuando esa madre apretó el embolo de la jeringa con cloro a sus venas. Nadie pensó en el machicidio cuando el padre violador quería irse a la posta. Nadie pensó en el machicidio cuando esa madre volvió a apretar el émbolo de los "antibióticos", y el cloro se esparcio junto a los glóbulos rojos y plaquetas hasta causarle la muerte en la guata y en el cuerpo y en el arquetipo de él como el padre con la hija en los hombros: la caricatura que camina por las praderas de lo publicitario.
Myriam, dime cuál es el camino. Myriam Hernandez, bájale de nuevo el volumen a tus canciones e ingresa al backstage despidiéndote con la mano arriba y una sonrisa radiante. Myriam, cántame.
2 Comments:
hasta ver...
Me gusto tu emolación de los recuerdos de Myriam.
¿que es en si femicidio? una basura comercial. ¿Criticarlo o negar que se legisle? parece ser menos populista, por lo que es imposible.
En fin, son muchas las aristas, escribi un poco sobre el tema, desde la arista legislativa.
Buen blog.
Saludos
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