Reggetón esencial
Cuando concurra el terremoto no sabré bailarlo. Quizas sea abrazando un árbol para que me haga el perreo en la entrepierna. Quizas me ponga de guata al polvo para disponer mejor mi cuerpo al trasero de esta esfera natural. El planeta me moverá los senos y su poto temblará con su levantamiento recíproco.
Bailaremos el reggetón esencial como un ritual de terremotos partidos en dos. La ostia de nuestro cura en las viceras podrá disolver su envergadura en mi lengua. Y será fantástico perrearle al aire. La gente impresionando el bambolear de los postes eléctricos, las avenidas como el serpentear de las culebras chilenas, la gente, esa nada de mochilas de jeans de los obreros, las carteras que se consiguieron hace poco las vanidosas féminas nacidas en casas pobres, el pelado, ese pelado característico en los ojos de su calidad asumida en las primeras entradas de su frente, Ella, esa mujer que cree en el espíritu.
Bailaremos y será el mejor concierto de rock que se haya visto en Chile. Mejor que The Police o Los Prisioneros en el estadio nacional. Quizás la mujer trastornada se levante la blusa y le muestre los senos a Richter o a Mercali. Richter y Mercali van a invitar a bailar a las niñas de la fiesta adolecente con su collac que les tiñe el color rosado en los dientes. Se sacarán el chupete y bailaran evitando que se les suba la falda.
Richter y Mercali bailarán con nosotros el reggetón esencial. Va a ser muy lindo. Quedaremos extenuados. Más de algún Pezoa Velis morirá en el hospital público.
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