"El baile del perrito" según Marcelo De Cachureos y Wilfrido Vargas como antecedente directo del Reggaeton
El baile del perrito
El baile del perrito
Sí que te va a gustar
A mi juicio el valor profético de esta canción es indesmentible. Todos escuchamos esta canción y nunca, absolutamente nunca, pudimos llegar a interpretarla como una profesía a lo Nostradamus. Nosotros tuvimos moral, camaradas. El baile del perrito era un baile de un perro que jadeaba, y solamente eso. El baile del perrito introdujo al animal como un ejemplo a seguir en el baile. Indefenso, el animal quedó abandonado dentro de la dimensión de las danzas musicales. El perrito resucitó entre los muertos y lanzó su genkidama en el temblor del perreo, en su trascendencia de mujeres evangélicas que se atreven a ovejear, que se atreven a perrear las cartuchonas republicanas, porque el reggeaton es un baile donde hay que perrear: estás obligada, tú, mujer que cuelga una cruz de madera en el cuello, vas a estar obligada por el rigor del baile a impactar tu culo en la entrepierna del hombre, o si no, no es reggeatón, o si no, el baile te queda cojo como cueca sin vuelta. Entonces el perro trasciende. El perrito de Wilfrido Vargas está contento, el Perrito de Marcelo De Cachureos mueve la cola y ladra y ladra y jadea. Y aterriza en el levantamiento, en busca de lo deshinivido, en busca de las mochilas en el suelo para recogerlas (porque todo lo que está en el suelo es una bolsa de Lider) y poder llevar en ellas las botellas vacías para hacer retornable lo que no retorna.
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