My Photo
Name:
Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Thursday, July 12, 2007

Carta

Hoy te quiero escribir una carta. Una carta que hable de Chile y su pueblo. No a la manera corriente, no a la manera en que te da la corriente. Hoy te quiero escribir una carta. Una carta que no hable de Chile ni de su pueblo. Una carta que se desintegre al nivel de interpretar la tinta negra de las letras. El cartucho de tinta que, extrañamente, no viene con dos colores; blanco y negro, sino con un sólo color: el negro. Y yo le pregunto a la vendedora ¿Porqué viene con un sólo color el cartucho? y ella me responde que siempre ha sido un sólo color, el negro, y que el blanco es el de las hojas. Patidifuso.
Hoy te quiero escribir una carta. Una carta que hable del deseo de llegar a casa. El deseo de tomar mi desayuno al frente de un televisor. Que no es el deseo por llegar a casa corriente, ese de la filosofía, o de escribir un poema con métrica. Es el deseo de llegar a casa para no pensar en nada durante un largo rato. Es el deseo de que me cuenten cosas por la tele, de ver las noticias, de ponerme a pensar y darme cuenta que pienso, y que ese pensar no es una decisión que provenga de un pensar.
Hoy te quiero escribir una carta. Una carta sin un discurso que domine el mensaje. Un discurso que contenga esperanza, la esperanza de enfrentar las debilidades intelectuales con una botella de alcohol. Y romperla y amenazarte con enojarme contigo. Y enojarme, y quedarme solo para volver muy luego y pedirte disculpas. Una carta que entiendas políticamente, y que políticamente la rechaces. Como la lectura que hizo José Miguel Insulza a la carta del Tila. El Tila tenía esa esperanza, la esperanza de que Don José pudiera mirarle un poco la humanidad, como quien observa lo que se cuece en la holla, de que mirara para adentro y que por lo menos leyera en los ojos de ese niño el ladrillo caliente en que lo sentaban a poto pelado. Pero Don José leyo esa carta y lo entendió políticamente. Y se fue raudo con la empanada en la boca, a medio comer. Y nos trajo al tatita.
Hoy te quiero escribir una carta. La carta manuscrita de peor letra. Una carta firmada con seudónimo. Una carta de papel roneo manchada con paté y aceite. Una carta que sea el show de un mimo cuya blancura del maquillaje no resista el color moreno de la piel, y que produzca verguenza. Una carta de mí hacia ti. Con mucho cariño, leo.

0 Comments:

Post a Comment

<< Home