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Location: Metropolitana, Chile

Nacido en 1984, Leonardo Murillo ha dedicado su vida a respirar el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Sus primeros cinco años los vivió cuestionándose las razones que tenían las tias del jardín para pegar cachetadas a quien no se durmiera en las colchonetas. Luego vendría el colegio, la educación básica en donde Jessica Arriet Ojeda, la profesora jefe, lo martirizaría en base a retos y humillaciones frente a sus compañeros. De quinto a octavo frecuentó la marihuana, el crack y la pobreza de una escuela municipal cerca de su casa. En el 2002 completó sus estudios secundarios para abocarse ha seguir respirando el aire que emanan los objetos construidos por el hombre. Administra y es uno de los fundadores del sitio y editorial www.poetica.cl. Fanático del ajedrez y la poesía, Leonardo Murillo come todos los días pan con algo pal pan y té, sentado en la cama a una distancia de treinta y siete centimetros entre él y su televisor.

Sunday, August 28, 2005

uno

Cepillo cada diente con el empecinamiento forzado de quien no quiere vivir de nuevo una experiencia vergonzosa. Porque la pasta dentrífica es pastosa y se traga desencadenando una friolera que le hace el peso, en calentura, al más abierto preámbulo amoroso. La pasta dentrífica se traga mirando el espejo lleno de puntitos rancios como el cepillo que usan las viejas para teñirse por cincuenta y tres ava vez el cabello. Y esto me recuerda el cepillo con caca que ocupé ayer. La caca tiene un sabor extraño, esto lo descubrí cuando Larry Stenchtorwater, mi hermano de confluencia tregresiva, me llamó la atención al preguntarle la fea sensación que dejó mi común limpieza dental de todas las mañanas. Ocupaste el cepillo del water- me dijo poniendo una cara seria. Yo también le puse una cara seria.Sé el sabor de la caca. Así les argumentaba a mis amigos de la manzana granizada de tórtolas vigilantes, al momento de discutirles la gracia de los curitas que usan los confesionarios como lugares de esparcimiento intempestivo. Ellos, mis amigos, siempre me discuten bajándose los pantalones y meando la muralla maricona en la que, ahora que recuerdo, me hicieron callejón de paródicos travestistas. Allí me manoseaban aprovechándose del trato que hicimos con los glober troters, el equipo de baloncesto del barrio, el cual aplicaba una multa de mil senbilieuters al que pudiera cagar en misa con palito en la boca. Es que con los cabros pasábamos hablando de la caca. Hasta la pintura me producía hongos testiculares. Sobre todo cuando Jonás Sheldwerton, mi amigo intimo, me parloteaba sobre la grandeza de la pintura de Gauguin como ejemplo de lo sublime. El único ejemplo de lo sublime-le respondía- es la muerte, lo leí en una tesis que hicieron los creacionistas de la obra de Nicanor Parra, en la cual empleaban las secuencias musicales de los dedos mágicos de Chopin, para cerrar la antología de letras materiales enterradas en tierra de cementerio.Igual Gauguin es Gauguin- me exclamaba, como reuniendo todas las sabidurías de la tierra.Somos niños y pasamos jugando al pegar pegar. Pegar pegar seguir pegando pegando pegando no pegar, para que el tarado de turno coloque la espalda en señal resignada a los ejemplos de violencia explicita que presentan nuestras relaciones sociales.Los tiempos se confunden porque no sé si esto es ayer, mañana u hoy. Lo que sí sé es la zunda que me van a dar los cabros cuando les cuente que Cletemnestratia va a dar a luz una guagua muerta. Mi muñeca así lo determinara!- me gritaba ella en su catarsis, mientras yo le peinaba su pelo sedoso y piojento con el peine Assy 2000 que encontramos en el basural de Huelva. Todavía no me saco el neo de la vez pasada-me comentaba. Yo le respondía que el neo era malo y que mejor me pasara luca y yo le compraba un cambucho donde el guatón Ortiz. Ah! no, ese guatón es calentón, no te pide plata, le gusta que le chupis la penca bien chupada -refunfuñaba. O o oye si no-tartamudeaba yo sin saber qué decirle, porque la penca del guatón Ortiz, a pesar de su quesillo hediondo, pagaba harto. Al final me dieron mis típicos ataques de asma y tuve que irme para la casa. Aquí vivo yo, como pueden ver, esta es la silla en la que me veo en el espejo contiguo, ese que está manchado con puntitos rancios, ese que se queja de mi cara todas las mañanas.La Pancracia lava sus toallas higiénicas en el canal que colinda con la mediagua. Hoy es un día de regla. Así me digo cuando admiro el acuático hilo rojo que declara la vergüenza de esta chiquilla, que en los días de sol intenso, me confiesa su disposición a los dones de Dios. Esta chiquilla es limpia. Su popó es blanco como el talco blanco que reconocen los esquimales a diez kilómetros de distancia. Esta chiquilla es limpia, lo sé porque paso comparándola con las breas de la vuelta, que sin mediar provocación alguna, extravían sus apositos menstruales en los caminos. Chiquillas cochinas. Me digo al lamentarme el aplastamiento inmisericordioso del coagulo en el sendero. Chiquillas cochinas, en tanto Pancracia agarraba sus piltrafas y me deja solo. Chiquilla cochina.Con Jonás Sheldwerton, mi amigo intimo, acostumbramos a jugar al ajedrez en medio del potrero, al lado de nosotros se impone una abandonada barraca de fierro, la cual es surcada latitudinalmente por una alameda extemporal.Cuando Jonás me hace jaque, le digo que no sea tan cursi para pronunciar las palabras. Hay formas y formas de pronunciar-le reclamo-, todas tolero, menos las cursis. Es que él es medio rarito me han dicho, pero como yo soy pluralista y tolerante, no hago caso a los pelambres de la cuadra. A propósito de pelambre, me acuerdo de cuando penetraba con energía el culo de la Carla. Ella, arrebatada al rubor de su estirpe, graznó, impotente al meneo de mi pinga, la frase “rico mi rico, más que rico han hablado de ti, y por lo que siento tienen razón”. Esta elevación de amor propio, propugnó una de mis penetraciones más bombásticas. Me atrevería a aventurar que si alguien osa hablar de penetración, tendrían que ejemplificarlo con cualquiera de mis metidas, porque, seamos honestos, puta que la gozó la Carla. Casi me dejai en silla de ruedas. Me cagaba de la risa cuando decía eso. Casi me dejai en silla de ruedas. Jajaja. Chiquilla cochina.Esto es jaque mate, Jonás. Te gané. Eres malo. Eres más malo que la maldad. Eres fétido de pies a cabeza. No sirves para el ajedrez. Soy tu maestro. Con estas frases hacía llorar a mi pobre amigo Jonás, quien se tapaba la cara a dos manos, agrediéndose a garabato limpio.Ya calmate, no es para tanto. Si son bromas- susurrábale.Soy tan conchesumadre, soy el más conchesumadre de los conchesumadres, y mi madre aborrece la vagina que parió a este esperpento- conmovíame.Esta última oración: y mi madre aborrece la vagina que parió a este esperpento, la decía con un histrionismo tan fuerte, que llegaba a fruncir mi ceño, pues él, al hacerlo, miraba sus manos, su cuerpo, y luego al cielo, en señal de lamentación a algún ser superior. Ya déjate de prosternaciones a deidades infértiles, Jonás, por Dios!, -le exclamaba como hastiado de tanta letra muerta- los ángeles portan lo terrible de nuestra índole. Son el prendedero de los sentidos amorosos. Recuerda lo que interpretamos a nuestro bienamado San Rilke en su primera elegía del duino: el amor nos ata a la calidad de falibles. El amor es lo terrible, Jonás, ¡el ángel es terrible! Aquí lo zamarreé. Despierta imbécil. No eres nada; por favor dime, quién eres tú! Quién eres tú! Quién eres tú! No eres nada y lloras la muerte de tus piezas, razona tarado, qué sacas con recriminarte la muerte del rey, tal vieja en la iglesia dándose el saludo de la paz, eres una desgracia, acaso no sentiste tuya la muerte de los hijos de medea!, cuando ellos le reclamaban a la circunstancia: Vamos a morir. ¡vamos a morir! Aquí le pegué una cachetada. ¡vamos a morir! Lo Entiendes Jonás? Y no podrás hacer nada para impedirlo, morirás y tu cuerpo gozará del pudrimiento servido a los gusanos! No di más, apreté mi puño y le lancé uncombo que le valió dos dientes menos en su umbría dentadura. Huí llorando zancadas dolidas.

Leonardo Murillo

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1 Comments:

Blogger Sra. Chayo said...

Oye murillo aunque no me has devuelto el post que te dejé y te hagas el loco de que no te acuerdas del taller, dejame decirte que escribes la raja... nunca leí un cuento tuyo. Es un lástima, porque de verdad, y no es webeo, yo nunca vuelvoo a los blogs. Escribes muy bien. Es Sana envidia.

11:25 PM  

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